Es temprano y suena mi alarma, tengo otra oportunidad de despertar, abro los ojos y creo el mundo, el sol, nubes, viento, calles y gente. A todos los pongo donde, como y para quién deben ser y estar ¡Yo!.
Pero aún me falta sentirlo, soy el creador, pero aún no me doy cuenta. Apenas miro, escucho y hablo de ello, aún no, no hay certeza, pero si hay posibilidad. Aviva el fuego de mi entendimiento cuando simplemente acepto y entrego.
En la cafetería de enfrente, Brahma lava la losa a 6 brazos. En la mesa 9, Ganesh ríe a carcajadas mientras ve en su móvil la marcha del elefante; la primer película de Dumbo, en su mesase le enfría el “pintao” que le sirvió la Madre Maria.
Tras la ventana, se ve pasar un Siddartha sonriente con rastas, saludando a todos. Va dictar su clase de finanzas personales. Al tiempo que de mi propio edificio, un Jesus en pijama se asoma del piso 33 con la cabeza rapada, se rasca la espalda mientras le grita a un arcángel Gabriel; que vociferaba la venta de las últimas frutas de su carrito con ruedas: “Guardame un paquete con todo”
Aquí y allá, Dios que en cada respiro es otra forma a su antojo, esa mañana es pillado por el sol en el parque siendo un atlético corredor de bolsa iniciando su calistenia, instantes antes se veía como la obesa cajera de Mc Donalds camino al trabajo. Se pasea igual por la experiencia del gato del vecino rockero, de la rata que asoma por la alcantarilla sin tapa, que el otro día él mismo; en otra forma, arranco furtivamente para cambiarla por unos pesos para la comida de una de sus hijas en alguna otra casa.
En la noche se ríe de nuevo, siendo nuestra rolliza cajera, mientras se sirve un pedido al joven que inicia su camino como vegetariano, pero le lleva la cena a su papá. Aquél que viendo novelas piensa en esa oveja negra que se demora con la comida.
Un juego que parece eterno, ser dios sin caer en la cuenta.
Inquietante, a plena luz del día y por la calle camina un ser despierto sin cabeza, sirviendo a quien se le acerca, servir es su naturaleza, Dios sirviéndose a si mismo. Pero, no es la ausencia de la cabeza lo que a las gentes les llama la atención. No les interesa el “para que”, solo se preguntan:
– ¿Quién ese? ¡Con lo importante que es tener cabeza!
– ¿De dónde viene? ¡Uno debe conocer el origen de la gente!
– ¿Qué intenciones tendrá? ¡Es mejor malo conocido que bueno por conocer!
– ¿Quién o que se la quito? ¡Algo habrá hecho! ¡Seguro se lo merecía!
Dios, que en forma de mendigo pasa sin falta cuando la gente más suposiciones hacia, sonríe ante la gracia, extiende la mano, sea para que le den o no limosna. Ser sin cabeza le hace una reverencia y Dios cual espejo, devuelve la gracia, y en su gracia, se viste también de los que hablan, y de los callados que solo piensan.
El Ser sin cabeza caminaba entre unos y otros, no sufria por lo que decían, sabía lo que querían, y lo que necesitaban, sentía. Veía a DIos en ellos, por eso no juzgaba, sentía.
Sin juicio, se acercaba a los que se etiquetaban como justos y como pecadores, mientras que de su pecho brotaban bendiciones. aligeraba sus cargas, librándolos de la pena y la culpa.
Mientras por la calle de dia y de noche caminan gentes sin usar el corazón. Lo tienen pero no lo usan, andan también sin usar las manos para servir, viven esperando que otro se haga responsable. Caminan gentes con piernas, pero no las usan, apenas se arrastran por que les aterra andar, unos por miedo a los pasos pasados, otros por miedo a los pasos que darán. Pero sufren porque un Ser puede vivir sin cabeza.
Y hay más…
En la tibieza de mi cama, cierro los ojos y óro, doy gracias, nos hacemos un guiño con Dios, el mundo se deshace y yo con él. Mañana, volveremos a empezar